Crítica - Revenant: El Renacido


The Revenant
Dir. Alejandro González Iñárritu

por Andrés Olascoaga | @AndresOlasToro

Hace no más de un año, el director mexicano Alejandro González Iñárritu parecía apoderarse de la cima del cine hollywoodense con el triunfo de su película Birdman o la Inesperada Virtud de la Ignorancia en todos los premios de la industria. Su camino a la gloria se consagraría en el segundo mes del 2015, cuando Sean Penn le entregaba a El Negro el Oscar a Mejor Película, el tercero que recibía en la noche. Resulta curioso que después de un envidiable año de logros, Iñárritu regrese al cine para conquistar otra cima, la de la maestría técnica, pues eso es lo que consigue con su nuevo trabajo, Revenant: El Renacido (The Revenant, 2015) una atractiva película en lo visual pero insoportablemente hueca en el interior.

Basada en la novela homónima escrita por Michael Punke e inspirada en una de las historias americanas más conocidas del siglo XIX, The Revenant cuenta la historia de Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), un hombre sin nación que se ve obligado a trabajar para una expedición que recolecta pieles en la América salvaje. Después de escapar con una pequeña parte de su tripulación y su hijo de un ataque de indios, Glass tendrá que lidiar con las condiciones extremas del lugar y con John Fitzgerald (Tom Hardy), un malparido compañero del equipo. Cuando Glass es herido gravemente por un oso, Fitzgerald lo abandona a su suerte, no sin antes acabar con la vida de su adolescente hijo. Con nada más que la venganza en su cabeza, Hugh Glass sobrevivirá a sus heridas y recorrerá el brutal invierno en busca de quienes lo traicionaron.

Después de un exquisito trabajo cinematográfico, aquella brillante intrusión al backstage de Broadway en un tramposo plano secuencia, González Iñárritu regresa al cine con algo innegablemente complicado; una historia que bien nos podría recordar a sus primeros trabajos en cuanto a tema, la complejidad del ser humano, pero que en su paso por el cine adquiere potencia gracias al perfecto desempeño de todas sus partes, ya sea el visible protagonista o la tenue, pero bien cuidada, edición de sonido. Cuál capitán de un barco en el océano, Alejandro G. Iñárritu (como ahora lo llaman los estudios) se ha convertido en el hombre que exprime lo mejor de los mejores, se ha pulido como director y se ha ganado el prestigio que filme con filme ha obtenido. Quizá ese sea el mayor logro del director en esta película, tener el control total de lo que se observa en pantalla, lo que según el dicho hace que surja el amor, sin embargo su mayor error está, una vez más como en sus primeros trabajos, en el argumento.

Partiendo de una anécdota anodina, Iñárritu y el guionista Mark L. Smith exploran a su personaje, un indestructible sujeto que soporta dos ataques de oso, la caída de un acantilado y un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con alguien que no se ha pasado las últimas dos horas como punching bag, con filosofía e incluso desde un punto de vista místico, donde los flashbacks y simbolismos naturales abundan como innecesarios interludios entre la acción. Parece que Iñárritu desprecia a las películas de simple acción y en su afán de elevar la, de por sí inverosímil, trama comienza a meterse en terrenos a la Terrence Malick, que no sólo estorban en la película y rompen con el ritmo de la larga cinta, sino que comienzan a causar cierta molestia.

Con su guión, enfocado en relatar no sólo una historia de sobrevivencia, sino el triunfo del espíritu humano frente a las adversidades, el actual ganador del Oscar a Mejor Guión Original fracasa en establecer dos bases importantes de la venganza del renacido: la relación con su hijo y el extraño antagonista. Si bien Tom Hardy realiza un ejercicio destacable, su personaje nunca deja de ser el malo por capricho de la historia, el malo por ser malo, el ojete por requisito dramático. Es difícil saber si la necesidad de presentar un tour de force técnico hizo que Iñárritu dejara de lado el argumento o si la necedad de dejar un mensaje (por más forzado que este esté) obligó a todos los involucrados a lucirse en pantalla, porque eso es lo que al final rescata a Revenant: El Renacido.

Con un brillante trabajo de Emmanuel Lubezki en la fotografía emplazando la cámara por paisajes naturales en inhabitables partes de Canadá y Argentina, jugando con las tomas y planos secuencias entre flechas y ríos y realizando la odisea de filmar sólo con luz natural, la cinta obtiene todos sus puntos a favor gracias a la edición, el maquillaje, los efectos especiales y el departamento de sonido; como muestra, en la escena del ataque del oso, tan brutal y sanguinaria como impresionante, se puede ver el desgaste de DiCaprio (cortesía del maquillaje de Sian Grigg, Duncan Jarman y Robert Pandini) frente al ataque del oso (creado por Industrial Light & Magic) que en cada movimiento rompe pedazos de madera y huesos por igual (bien en la edición de sonido por Martín Hernández y Lon Bender), todo esto llevado con un vertiginoso ritmo en manos de Stephen Mirrione.

Quizá quien mejor sale de The Revenant es precisamente el renacido, Leonardo DiCaprio. El seguro ganador de cualquier cantidad de premios como Mejor Actor, se arriesga frente a la cámara al tomar la piel de Glass, se deja caer y se levanta por más de 150 minutos. Con una actuación metódica y sin tanto empeño como otras que el mismo actor ha entregado, DiCaprio convierte a Revenant: El Renacido en el proyecto de un sólo hombre. Vale mencionar la participación de Domhnall Gleeson (otro que tuvo un año envidiable) y Will Poulter, a quien reconocíamos por sólo una comedia mediana (¿Quién *$&# son los Miller?) y que en esta cinta se luce cuando aparece en pantalla como un leal, pero subordinado compañero.

Es claro que Iñárritu ya pasó por la etapa más difícil de cualquier realizador y ya logró conformar un equipo con quien los resultados siempre podrán ser favorecedores. Será cuestión de tiempo antes de que Alejandro González Iñárritu nos vuelva a sorprender con otro trabajo que se acerque a la perfección, eso si mantiene sus capacidades como director más allá de su ego.

***

The Revenant
Estados Unidos, 2015
Dir. Alejandro González Iñárritu
con Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter
Duración: 156 minutos

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